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20.7.13

"Estética de la violencia" - Nelson Garrido en la Escuela de Letras (UCV)

El miércoles 17/07 recibimos a Nelson Garrido en la Escuela de Letras (UCV) para que nos hablara un poco de su obra y de la estética de la violencia; Garrido también aprovecho algunos momentos para dar su apoyo a la universidad en el conflicto que se encuentra atravesando.

Son 6 videos; 4 con la cámara de siempre y los 2 últimos con la cámara que me facilitó Thais Castro.

¡Disfruten!

"Estética de la violencia" - Nelson Garrido en la Escuela de Letras (UCV) [1/6]

"Estética de la violencia" - Nelson Garrido en la Escuela de Letras (UCV) [2/6]

"Estética de la violencia" - Nelson Garrido en la Escuela de Letras (UCV) [3/6]

"Estética de la violencia" - Nelson Garrido en la Escuela de Letras (UCV) [4/6]

"Estética de la violencia" - Nelson Garrido en la Escuela de Letras (UCV) [5/6]

"Estética de la violencia" - Nelson Garrido en la Escuela de Letras (UCV) [6/6]


11.9.11

30 libros - Día 8

8. Uno para leer por fragmentos.

Fenomenología del bolero
Rafael Castillo Zapata

El profesor Castillo Zapata es uno de los teóricos más poéticos que he tenido la oportunidad de leer (o escuchar) y creo que su Fenomenología del bolero es un texto que demuestra esto con absoluta facilidad. En este libro nos encontramos con un acercamiento a los tan conocidos boleros, no meramente para hablar de su estructura musical sino también para estudiarlos como arquetipos, para intentar comprender, desde la experiencia propia del autor, como y porque, a lo largo de los años, parece surgir una identificación por parte de los oyentes con lo que las canciones presentan (aquella idea de "esta canción describe exactamente mi situación") y establecer una estructura que los sustenta como género tradicional del amor.

El libro probablemente no sea lectura del agrado de todos pero que, por su carga, no debería ser de aquellos que se leen en una sentada o dos pues, de seguro, mucho de lo que allí se dice pasaría sin ser digerido; si pueden adquiéranlo y léanlo, especialmente si la música les interesa un poco, pues es una visión interesante que refresca un poco.

6.9.11

30 libros - Día 2

2. Uno que se haya demorado mucho en leer.

Don Quijote de la Mancha
Miguel de Cervantes

La lectura, para mí, es un ejercicio que requiere de ciertas condiciones que dependen mucho del libro que tenga entre manos: algunos los puedo devorar con facilidad en el metro, otros son grata compañía en la cola de un banco y otros me hacen abandonar todo sólo por leerlos; otros libros simplemente no son tan fáciles y requieren de un "esfuerzo" extra, piden, quizás, más concentración.

En mi caso -y sé que en el de muchos- uno de esos libros es el más que conocido (con méritos) Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. He demorado mucho en leerlo, tanto que no lo he terminado y ya hace casi un año que lo tomé; aclaro que no es porque el libro me disguste (forma y contenido me parecen excelentes) pero, por diversos motivos, el 90% de mis acercamientos a él siempre terminan en una derrota que me deja un tanto molesto.

Esta confesión de seguro sorprenderá a más de uno, en especial los que saben que soy estudiante de Letras y que ya voy por la mitad de la carrera; de todas maneras, quiero dejar constado que no he desistido en la tarea de leer el texto y que lo haré en el tiempo que me tome, sin apuros o atropellos.

20.5.11

Puesta en escena (virtual) de una obra dramática: videojuegos y narrativa

Paso a dejar un trabajo que hice a fines del semestre pasado:
Es un trabajo breve que funciona como puerta a un acercamiento más profundo al tema.
Todos los comentarios son bienvenidos.

2.7.09

Ins & Par

Estaba acostado, viendo el techo blanco sobre mí, tan absorto en mis pensamientos que por un instante olvidé donde estaba, parpadee un segundo, súbitamente sentí como si el techo se moviera, escuchaba música a todo volumen, a tan alto el volumen que mis oídos se aturdían (muy a pesar de que aquello sonando es una de las cosas que más amo escuchar) y la luz no era suficiente para permitirme distinguir cuerpos de sombras.

Sentí una mano posarse delicadamente sobre mi muslo, muy levemente presionó con sus largas uñas sobre mí, inquietándome un poco.

- Hola guapo…

Fue lo único que la música me permitió captar de las palabras que una voz susurró en mi oído, pero fue más que suficiente para reconocer esa voz, condenada voz.

- ¿Nos extrañaste?

Mi piel se erizó al sentir el aliento que soltó esas palabras en mi oído, puestas allí por otra voz, mientras otra mano se posaba en mi hombro, intentando apartar la camisa.

Conocía muy bien ambas voces, voces que pensé había dejado atrás, que jamás volverían a perturbar mis días de felicidad, pero al parecer me había equivocado, pues estaban allí, a mi lado, casi sobre mi y era imposible hacer como si no les hubiera escuchado.

- … cara... dice que… gusta vernos.

- ¿No te… un poco?

La música no me permitía oír cada palabra de lo que me decían, eso y la velocidad a la que hablaban, que en algún momento ya me había acostumbrado a ella, tanto tiempo sin oírlas hizo que mi oído perdiera la capacidad de seguirles el paso.

- Sigues tan guapo…

- No entiendo… llamaste.

- ¡NO! –grité para interrumpirlas- ¡Yo no las he llamado!

Repentinamente la música desapareció, y la poca luz que iluminaba el lugar desapareció, quedando completamente a oscuras. Sentía sus manos acariciando mi cuerpo, sus dedos jugando con mi cabello, el aliento de ambas cerca de mis oídos, de mi cuello.

- Sabes muy bien que nos extrañabas, no lo niegues.

- ¿Extrañarlas? Primero muerto.

- Si, seguro chico, –y con un movimiento de la mano soltó un par de botones de mi camisa- tú no quieres esto.

- Y nosotras no disfrutamos poniéndote en esta posición –sutilmente se mordió el labio-

- Sé lo que intentan, ¡no lo van a conseguir!

Con cada palabra, cada frase, podía sentír como estaban mucho más cerca, cerca de mi y de lograr su objetivo, cosa que no podía permitirles alcanzar.

- ¡Maldita sea! ¡Les estoy diciendo que no las quiero aquí, no las quiero ver, no las quiero pensar!

Las luces se encendieron de nuevo, suaves, pero encendidas, esa era una buena señal para mi.

- ¡Malditas! ¡Malditas! ¡Malditas! –solo eso vociferaba-

Las sombras empezaron a desdibujarse, a desaparecer, y ellas, que ahora estaban mudas, solo seguían intentando aferrarse a mi cuerpo, podía sentir sus garras –que ya no uñas- rasgando la ropa y forzando mi piel, cual garrapata hambrienta y desesperada.

- ¡Malditas! ¡Lárguense y no vuelvan! ¡JAMAS!

En un instante la luz recobró todas sus fuerzas, y una vez más allí estaba yo, acostado, viendo el techo blanco de mi habitación, respirando tranquilo y con una sonrisa en el rostro, estaba seguro de que esta vez era definitivo, las había sacado de mi mente.