17.6.14

Rant


Venezuela es un país hermoso; tiene atardeceres fantásticos y paisajes que pasan por toda la gama imaginable. Venezuela es, definitivamente, un lugar maravilloso.

Lo que jode a Venezuela, lo que lo jode a uno de estar en ella, es una tremenda cantidad de la gente que lleva el gentilicio de venezolano.

No es sólo por el tema de la viveza criolla, que bien se repite una y otra vez, al asunto va más allá de eso. Aquí hay un salvajismo imperante, una anarquía brutal, que se puede apreciar en cualquier ámbito del día a día: en el transporte público (Metro o camioneticas, da igual), el trato entre peatones y conductores, la atención y servicio al cliente, la gente en el supermercado... ya me entiende, ¿no?

Esas cosas nos tienen muy jodidos como sociedad pero creo que hay un factor que nos hace llegar al fondo (o, al menos, bastante cerca) y que muchos, estoy seguro, se empeñarían en negar: la envidia. En Venezuela reina una vaina de que si tú tienes algo y yo no puedo tenerlo, te lo jodo.

¿Y a cuenta de qué viene todo esto? Les cuento:

Hace no muchos meses, después de muchos años de esfuerzo y endeudarse, mi mamá pudo comprarse una casita modesta en Anaco; a la construcción, sencilla pero casi lista, le faltaba armar el muro que cierra el frente de la casa. Se mandó a hacer. El muro ya estaba a la mitad. Esta mañana el albañil llamó a mi mamá para decirle que encontró lo que se había hecho por el piso, destruido.

Como es de esperar, mi mamá quedó bastante mal porque es un sueño que veía cada vez más cerca como para que vengan unos mamagüevos envidiosos y sin oficio a jodérselo.

¿Yo? Yo cada vez estoy más decepcionado (parece pendejada, no sé si se pueda estar MÁS decepcionado a estas alturas) de la gente que me rodea; gracias a dios aún queda gente, mis amigos y conocidos, que me recuerdan que no todo venezolano es una manzana podrida en este hermoso guacal llamado Venezuela.

A todos ustedes, gente bonita y bien portada, gracias (también por leer).

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